A muchos de nuestros adolescentes les atrae el mundo de la moda. Pasarelas, estudios fotográficos, anuncios publicitarios, portadas de revistas... De alguna manera, todo eso conlleva asociado la idea de un triunfo relativamente fácil. En apariencia, y con el simple acicate de haber nacido hermosa, una chica puede creer que tendrá acceso a la la fama, al dinero, al glamour... Convertirse en el objetivo de los paparazzis, en el centro de todos los comentarios... Sus romances traspasarán fronteras, su estilo marcará tendencias globales... Todo un mundo de lujo se abrirá ante sus ojos. Pero la realidad es muy diferente. En realidad, el mundo de una modelo es mucho más frío, mucho más sacrificado. Incluso las modelos más conocidas son rechazadas en infinidad de cástings. Desde los inicios hasta su consagración tienen que hacer colas interminables, miles de horas de espera, compartir habitaciones pequeñas, comer bocadillos, viajar sin apenas poder ver nada de lo que les rodea, ser tratadas como meras “perchas”. Además, claro, de haber tenido que abandonar por el camino estudios, novios, amigos y todo, en la mayoría de los casos, para no llegar finalmente a nada. Incluso alcanzando cierto nivel laboral, la imagen solicitada de las modelos puede cambiar bruscamente y quedarte así en el paro. De la noche a la mañana. No hay que olvidar tampoco que esas chicas –ahora prácticamente se reclutan con trece años- no reciben apenas formación laboral. Antes se las educaba en su trabajo, se les enseñaba a desfilar, a posar.... Ahora apenas. La experiencia del ajetreado día a día les tiene que ir enseñando a distinguir lo que está bien de lo que no. Viven solas, sin influencia familiar, sin educadores... Y con un mundo cercano a ellas demasiado tentador repleto de fiestas, alcohol y drogas. Y, por último, añadiendo a todo lo dicho, el sacrificio físico de permanecer dentro de unos parámetros de lo más exigentes. Delgadez, poco peso... No es extraño que, en las circunstancias comentadas, la anorexia o la bulimia causen estragos. “90-60-90” pretende reflejar algo de todo eso. Mucho de todo eso. Tanto lo bueno, como lo malo. Petende abrirle los ojos a muchos de esos adolescentes soñadores. Por ello entraremos en el mundo de la moda de las manos de Mel y Africa, dos excelentes amigas de apenas 16 años. Africa lo hace porque escoge el camino que ella cree fácil. Se sabe guapa y quiere explotar el filón. Mel, en cambio, nuestra protagonista, más centrada y sosegada que la otra, lo hace por necesidad, por sacar adelante a su hermana pequeña dado que un trágico accidente ha segado la vida de su madre, su única progenitora. Junto a ellas, junto a su mirada inocente y juvenil, viviremos todo lo que hemos comentado previamente. Junto a ellas aspiraremos a hacer realidad ese sueño social llamado “ser modelo”. Y junto a ellas nos esforzaremos por hacerlo bien, por descubrir la parte positiva, honesta y comprometida de una hermosa profesión. Pero junto a ellas taqmbién sufriremos las muchas decepciones, los muchos peligros y los excesivos riesgos que pueden correr dos menores de edad en un mundo infestado de tiburones empresariales. Pero “90-60-90” es también la historia de un amor. De muchos amores. Pero dando protagonismo al que viven, en primera persona, la joven Mel, de 16 años –no lo olvidemos- y su fotógrafo favorito, Bruno, un cuarentón separado y con una hija, Luz, que, curiosamente, tiene la misma edad que su nueva amante. Un amor imposible, inaceptado por una sociedad hipócrita, cargada de falsos moralismos. Un amor hermoso y puro que los corruptos se esforzarán en hacerlo parecer sucio e interesado.