Amar en tiempos revueltos cuenta la historia de Andrea y Antonio, dos jóvenes de diferente extracción social y de ideales sólidos que irán evolucionando a lo largo de la historia, cuyas vidas se verán dramáticamente condicionadas por la Guerra Civil y los primeros y duros años de la posguerra. Sólo por medio del sacrificio, la lucha y la solidaridad, les será posible recuperar la libertad perdida, y llevar a buen puerto su amor. Aunque ello signifique tener que abandonar España, a la que la dictadura franquista ha convertido en un país difícil para aquellos que no estuvieron a su lado en el levantamiento. Es la historia de unos personajes, que pese a su juventud, tendrán unos ideales muy claros, aunque dispares entre ellos, y lucharán hasta las últimas consecuencias para defenderlos.

Tras un prólogo que se inicia en las semanas anteriores a la sublevación militar, la primera temporada de la serie abarca el período comprendido entre la entrada de las tropas rebeldes en Madrid (marzo de 1939) y el fin de la Segunda Guerra Mundial (agosto de 1945).

La segunda temporada de Amar en tiempos revueltos cubre desde el otoño de 1945 hasta la primavera de 1948, los primeros años de una de las épocas más duras de la posguerra, la del aislamiento internacional de España. Y aunque existe una continuidad narrativa con personajes y situaciones de la primera, esta segunda temporada goza de plena autonomía narrativa.

El verdadero elemento unificador de esta temporada lo constituye la coctelería de Paloma (Ana Turpin): un local que sintetice los muchos otros que, por aquellos años, funcionaban en Madrid. Allí es donde se desarrollan buena parte importante de las historias, y allí es donde se encuentran los principales personajes. Personajes pertenecientes a dos mundos, el de los señoritos y los frecuentadores de la noche madrileña –artistas, toreros, escritores– en el cual se mueve ahora Paloma, y el de las clases populares, que sufren hambre y sueñan con un premio en la lotería o las quinielas que les permita mejorar; dos mundos en contraste, entre los cuales se tejerán todo tipo historias sentimentales y humanas.

En la tercera temporada el arco temporal es más breve: arranca apenas unos meses después del término de la anterior, en el verano de 1948, tras la reapertura de la frontera francesa, para llegar hasta la primavera de 1950, cuando, con el comienzo de la nueva década, acaba el bloqueo internacional al régimen franquista y la ONU deja sin efecto la resolución aconsejando la retirada de embajadores. Un período en que la economía española comienza a romper las inmovilizantes ataduras de la autarquía, pero el tímido desarrollo que ya se anuncia genera, al mismo tiempo, los primeros conflictos sociales y laborales de importancia, que la dictadura, mediante una férrea censura, se esfuerza en silenciar. La Universidad despierta también de su letargo, con la llegada a las aulas de una nueva generación de estudiantes que, tímidamente al principio, pero profundizando en sus contradicciones después, empezará a plantearse la necesidad de abrir nuevos espacios de libertad en la, hasta entonces, anquilosada e inmovilista sociedad española.La protagonista de la tercera temporada de Amar en Tiempos Revueltos es Alicia, una muchacha hija de un jurista exiliado, muerto al regresar a España, y recogida en casa de sus tíos, una familia muy conservadora, que no ve con buenos ojos que estudie, ni acepta sus costumbres, que considera demasiado “liberales”. Alicia compaginará la Universidad con un trabajo como traductora en una productora cinematográfica, donde conocerá a Fernando, un hombre mucho mayor que ella, por el que se sentirá atraída, pero del que, al mismo tiempo, le disgustará su aparente frivolidad. Lo que Alicia no sabe es que tras esa fachada Fernando oculta un gran secreto. En la Facultad, uno de los profesores de Alicia, Álvaro, un viudo desengañado y escéptico, quedará deslumbrado por su inteligencia y su fuerte personalidad y se convertirá en su mentor. Dirigiendo a Alicia en su formación, Álvaro irá recuperando también la ilusión por la vida. La cuarta temporada empieza a finales de 1950. Nuevos aires de modernidad han llegado a la plaza de los Frutos: hace tiempo ya que se instalaron muy cerca de allí los Grandes Almacenes Rivas, provocando un cambio en la vida de nuestros personajes y presentándonos nuevas familias que han ido tomando conexión con el barrio. Encontramos a Manolita de dependienta en los Grandes Almacenes. A Sole y su esposo, Juanito el Grande, con sus dos hijos y a Juanito el Chico, que se verá arrastrado a un pozo sin fondo, por su intenso amor por Julieta. La quinta temporada empieza en abril de 1952. En la plaza de los Frutos, sus vecinos vivirán con alegría y esperanza el fin del racionamiento en España. Simbólicamente se cierra, con este hecho, el periodo más duro de postguerra. Esta temporada abarcará hasta los últimos meses de 1953, período en el que se producen hechos tan significativos como la firma del acuerdo con los EEUU, pero también del Concordato con la Santa Sede. Y con nuevos tiempos empiezan nuevas historias. Teresa y Héctor son ahora marido y mujer. Ana y Alfonso también se han casado y son la imagen de la felicidad y el éxito. Se han trasladado a un nuevo barrio donde viven, puerta con puerta, con Abel y Cristina. También comienzan a tratar con el doctor Mauricio Salcedo, que tiene su consulta en la misma finca. Abel, abogado, visita a menudo en la cárcel a su primo Salvador, un escritor cuya carrera, iniciada en la Guerra Civil, quedó truncada tras ser detenido y condenado a muerte pocos meses después de acabada la guerra. El boxeo y el mundo que lo rodea tendrán un peso estacado en los nuevos capítulos, de la mano de Alfonso, volcado en su carrera como boxeador. La sexta temporada arranca en el otoño de 1954 coincidiendo con las elecciones municipales convocadas por un Régimen que se sabe cada día más fuerte, y concluye a finales de 1955, con el ingreso de España en las Naciones Unidas: el aislamiento ha terminado y el franquismo se dispone a perpetuarse. Al barrio madrileño que ya conocemos, donde los entrañables propietarios El Asturiano siguen regentando su negocio, llega Irene Medina, española de nacimiento, que fija su residencia junto a su marido Ubaldo Ramos, antiguo agregado comercial de la embajada guatemalteca, exiliado tras el golpe de estado ocurrido en su país. La vuelta a España supone para Irene un reencuentro con sus orígenes, truncados cuando era niña con el asesinato de su madre al inicio de la guerra civil española, el posterior exilio a Rusia y los traumas derivados tras una detención que la lleva al campo de concentración de Auschwitz. Marcada por estas dramáticas vivencias, Irene trata de construir una vida nueva al lado de su marido hasta que el destino quiere que se encuentre con los tres hombres involucrados, de una otra forma, en su infortunio. A partir de ese momento una idea dominará todos los actos de nuestra protagonista: la necesidad de terminar con la vida de las tres personas que marcaron su pasado. Tan sólo el inesperado amor con un joven diez años menor que Irene operará en contra del deseo de venganza; porque ese joven no es otro que el hijo de Andrés Hernández, uno de los tres hombres a los que ella desea matar…