Tres atracadores roban una cantidad importante en unos grandes almacenes en lo que parece ser un golpe perfectamente planeado, pero, cuando están a punto de escapar, se produce un tiroteo con los guardas de un furgón blindado que termina con la vida de dos de los ladrones y deja malherido al tercero, que, aun así, consigue huir con el dinero. El fugitivo se esconde en un coche viejo que ha sido aparcado por su propietaria, Julia, sin cerrar con llave, sabedora de que nadie va a tener la tentación de llevárselo. Julia trabaja en un “peep show” y cuando, tras finalizar un servicio, coge su coche, se queda pasmada al encontrar en él a un chico moribundo que carga una bolsa llena de billetes. Sin embargo, y a pesar del susto, cuando el muchacho expira, abandona su cadáver y se larga con el dinero. Julia cree que está a salvo, pero se equivoca porque Antón, un detective privado muy violento contratado por la compañía de seguros que debe cubrir el importe del robo, irrumpe inesperadamente en su vida. Antón ha sido puesto tras sus pasos por Concha, la canguro de su hija Ana, de siete años, quien, al sospechar que Julia tiene algo que ver con la misteriosa desaparición del dinero de la que hablan todos los medios de comunicación, la denuncia para obtener la recompensa que se ofrece. Julia coge a su hija y pide ayuda a Luís, el dueño de un bar situado en un barrio suburbial, un hombre sencillo que se ha enamorado de ella. Él las oculta en la casa de su madre, Carmen, que vive en el pueblo en el que él nació. Mientras tanto, Antón deja de trabajar para la compañía de seguros porque está seguro de que Julia tiene el dinero y quiere cargársela para quedárselo él. Pero Julia sigue escondida en el pueblo sin dar señales de vida. Sin embargo, Antón hará todo lo posible para que Julia salga de su escondite.